Personal, pareja, familia, educación, laboral.
Mtra. y Psict. Diana Mercado
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La vida en nuestros
días ha dado un giro impresionante. Y con ella, una dificultad de relacionarnos
en muchos ámbitos, y me refiero a nosotros los adultos de entre 40, 50 y 60
años de edad aproximadamente. Estas dificultades nos han llevado a la mayoría
de nosotros a estar solos, y/o a sentirnos solos, aún acompañados.
Tenemos miedo de sentir y al mismo tiempo queremos hacerlo, se ha perdido el
significado del amor y la entrega. La desconfianza y el miedo manejan nuestras
vidas. No solo nos pasa con inter relaciones de pareja y de amistad, también
como miembros de una familia, educadores, padres y profesionistas en el ámbito
laboral. Somos nosotros los que no hayamos una manera de vivir con todas las
situaciones actuales, nos sentimos partidos en dos: entre el cómo nos educaron
para un mundo del siglo pasado (en el que no estábamos de acuerdo en algunas
cosas), y por otra parte, hoy viviendo con esa educación en un mundo que
es diferente. Ni siquiera podemos ajustarnos a nosotros mismos, cuando la vida
demanda la necesidad de ajustarnos a este mundo diferente. Y nos preguntamos
¿Por qué no funcionan las relaciones?
Creo que todos somos educadores, nuestra educación impacta y
modela a los demás, al entorno, lo que somos, quiénes somos, así que en esta
ocasión tomaré la palabra de “educadores” para referenciarnos como
personas. En el siglo pasado, nos educaban con una visión autoritaria.
Los que fuimos educados con esta visión, hoy queremos educar sin la sensación
"castrante" de lo que vivimos en ese entonces, pero hoy caemos en educar
de una manera permisiva que no logramos manejar. De tal manera que cuando
queremos poner límites, lo hacemos con la educación autoritaria del siglo
pasado y no nos resulta, a los niños y adolescentes no les importa; a los
adultos tampoco, nos resistimos en los diferentes ámbitos, incluso laborales. Quedamos
entonces atrapados en un círculo de frustración, impotencia y rendición que no
queremos, porque no estamos educando. Terminamos por evadir el enojo,
complaciendo las demandas de los chicos y de los demás para no tener problemas.
Discutimos con la pareja por la misma circunstancia y nos echamos la culpa el
uno al otro por la poca firmeza para los límites y los “castigos” (que por
cierto no funcionan en este nuevo mundo).
En las
parejas sucede algo similar, pareciera que no encontramos la confianza de la
entrega. Queremos amar y ser amados, pero al mismo tiempo nos da miedo, no
confiamos en hacerlo, ni permitimos recibir amor.
En el ámbito laboral no es
menos la desconfianza de cómo comportarnos sin cometer tantos errores. Miedo a
no ser suficientes en todos los roles de nuestra vida.
Una de
las razones fundamentales que nos ha tocado vivir a los educadores de este
mundo diferente y de las nuevas generaciones, se inicia a partir de los
procesos posmodernistas de globalización, adelantos tecnológicos y ampliación
de comunicación internacional. El antecedente primero fue la época del
movimiento individualista, que parte de la revolución industrial,
independencia, de ganancia individual, de supervivencia económica y emocional,
semilla del capitalismo, que impulsó al posmodernismo de la segunda mitad
del s. XX al desarrollo profesional y educativo, para alcanzar niveles y
estándares organizacionales a nivel global, elevados por encima de nosotros
mismos.
Como
toda experiencia en la vida, la época individualista y posmodernista, tienen
sus aciertos y sus oportunidades de recreación, puesto que las sociedades
previas al posmodernismo del siglo anterior, tenían un paradigma de
comunidad y de unión. Hoy las sociedades del conocimiento, siguen desarrollando
la individualidad, en donde el compartir social está siendo casi imposible. Por
ello, la dificultad de las relaciones de pareja y de matrimonio en estos
tiempos no se logran, y la educación en la familia, en los hijos ya es
imposible. Se mantienen ciertos valores individuales, que nos cuesta trabajo
incluir en las relaciones, porque hemos dejado de ser inclusivos con los demás
y además con nosotros mismos.
Nos
hemos excluido de nuestra comunicación personal, haciéndonos parte de la
realidad global que nos impacta y nos consume, desde el capitalismo hasta
formar “nuestro propio sistema de creencias” separado del entorno y de los que
habitan nuestro entorno. De tal manera que hemos perdido la comunicación desde
nuestra propia naturaleza humana en bienestar de nosotros mismos. El
individualismo nos ha hecho creer que tendríamos que adaptarnos a los entornos
para beneficio propio, y nos hemos olvidado de nuestra condición humana
imperfecta, funcionó para algo este sistema de pensamiento en su época, nuestro
contexto histórico-social-político-económico, hoy es diferente, y no podemos
quedarnos fijados en el siglo pasado. Despertemos al aquí y ahora. La felicidad
amigos, no está en el exterior, en los procesos de globalización ni mucho menos
en el individualismo racional, que no nos permite convivir con nosotros mismo,
y mucho menos en relación al otro. El día que tengamos consciencia que somos el
resultado de la relación con otro, con lo otro, le daremos un sentido humano a
nuestra vida, para así poder lograr un punto medio entre las relaciones
personales, laborales y educativas del siglo pasado autoritario y castrante, a
la educación permisiva y sin control actual.
Pareciera
que el movimiento individualista está hoy día siendo separatista hasta de
nosotros mismos. Todos los movimientos generacionales, marcan cambios
importantes en la humanidad, que según el propio contexto de su época son
funcionales e incluso necesarios. El punto a reflexionar insisto, es, qué esa
época ya pasó y que hoy día no está teniendo los mejores resultados, estamos
finalizando con esa generación de cambio y continuando con seguras transiciones
futuras, es justo el momento en que necesitamos una recreación generacional
para seguir adelante en términos de conocimiento integral personal, no nada más
racional, educativa y organizacional, los propios resultados de ineficiencia
relacional, social, están pidiendo a gritos, cambios importantes.
La
visión humanista insta al descubrimiento de lo perdido, hablando de la propia
intra relación humana inclusiva, racional, emocional, física y sensorialmente
hablando, para una co-relación de interacción con el entorno a medida de la
mayor comprensión y actualización de esta nueva época que nos corresponde vivir.
Es
nuestra generación de adultos, 50´s, 60´s, 70´s, los cuales necesitamos hacer
un esfuerzo para adaptarnos a los cambios de pensamiento y vida que estamos
experienciando, no les corresponde a las generaciones más jóvenes y mucho menos
a los niños, estas generaciones ya son de esta época, ya viven en ella. Viven y
conviven en familias diferentes, variadas y además en movimiento continuo, con
información y comunicación internacional en cualquier medio, tv, radio,
internet, etc, incluso pareciera que nacen ya con un chip instalado que los
hace ser nativos del ciber espacio.
Nosotros
somos quienes tendremos que echar un clavado profundo en nuestro interior para
encontrar el punto medio, positivo y propositivo para así poder relacionarnos,
guiar y preparar humanamente a estas nuevas generaciones para el bienestar de
sí mismos, de la sociedad y de todo lo que incluye nuestro entorno.
Nos toca
unificar al colectivismo y el individualismo del siglo anterior, para una
mejor sociedad humana actual.
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